Escritor, periodista, pero también militante político, maestro y pedagogo, para Gianni Rodari, todas estas actividades forman parte de una misma militancia, la de abrir en el mundo un espacio para la imaginación creadora, la de permitir a los niños intervenir en ese mundo imaginando nuevas posibilidades, llevándolas a cabo.
Como pedagogo, realizó una labor incansable, siempre al servicio de la renovación educativa. Su hoy ya célebre Gramática de la Fantasía es el principal exponente de sus ideas en este campo, habiéndose convertido en un texto de referencia obligado para los profesionales de la enseñanza de la lengua y la lectura.
Se habla en el libro de algunos modos de inventar historias para niños y de ayudar a los niños a inventar por si solos sus propias historias. Aquí se trata sólo de la invención por medio de las palabras y se sugiere, pero sin profundizar, que las técnicas podrían trasladarse fácilmente a otros lenguajes, desde el modo en que una historia puede ser contada por un narrador individual o por un grupo, pero también puede convertirse en teatro o en libreto para una función de títeres, hacerse historieta o película, grabarse en una magnetófono y enviarse a los amigos…
Este libro es útil para que quien cree en la necesidad de que la imaginación tenga su puesto en la enseñanza: para quien tiene fe en la creatividad infantil. “Todos los usos de la palabra para todos. No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo”.
"Una china tirada a un estanque que suscita ondas concéntricas que se extienden sobre su superficie, involucrando en su movimiento, a distancias distintas, con distintos efectos, al nenúfar y al junco, al barquito de papel y a la balsa del pescador. Objetos que se mantenían a su aire, en su paz o en su sueño, son como reclamados para la vida, obligados a reaccionar, a entrar en relación entre sí. Otros movimientos invisibles se propagan en profundidad, en todas las direcciones, mientras la china en su caída remueve algas, espanta peces, provoca siempre nuevas agitaciones moleculares. Cuando al fin toca fondo, subleva el barro, empuja a los objetos que yacían allí olvidados, desentierra a algunos, otros acaban recubiertos por la arena. Innúmeros acaecimientos, o microacaecimientos, se suceden en un tiempo brevísimo.
No de otro modo una palabra, lanzada a la mente por azar, produce ondas de superficie y de profundidad, provoca una serie infinita de reacciones en cadena, atrayendo en su caída sonidos e imágenes, analogías y recuerdos, significados y sueños, en un movimiento que interesa a la experiencia y a la memoria, a la fantasía y al inconsciente, y que es complicado por el hecho de que la misma mente no asiste pasiva a la representación, sino que interviene en ella continuamente, para aceptar y repeler, enlazar y censurar, construir y destruir."
viernes, 16 de enero de 2009
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